ANDADA NOCTURNA EN SANTA EULALIA DEL CAMPO. SÁBADO 22 DE JULIO DE 2023.
Ya viene siendo costumbre que la andada que organiza la sección de senderismo en el mes de julio sea nocturna, para evitar el calor en primer lugar y disfrutar de las sensaciones que aporta el caminar de noche en segundo. Intentamos organizarla en la localidad de residencia de alguno de los socios y este año ha sido en Santa Eulalia, pueblo natal de Joaquín Piquer, en la provincia de Teruel.
Julio, por su tinte vacacional, y la fecha elegida, que coincidió con la víspera de las elecciones generales, redundó en una baja participación (13 socios frente a los 32 del año pasado). Pero como aquí no "reblamos", como se dice en Aragón, p´alante!!
El punto de encuentro y salida quedó fijado en el "Salón de los Reyes", un espacio facilitado amablemente por el ayuntamiento de Santa Eulalia. Allí, una cervecita de bienvenida y nuestro compañero Joaquín, guía del día de hoy, nos puso en marcha.
Las cebadas, esperando su cosecha.
Abandonamos el pueblo en dirección al puente de "La Leona", para pasar por debajo de la vía verde de Ojos Negros e iniciando una breve subida por detrás del "Viso", hito topográfico de la zona. Una vez cruzada la carretera de Pozondón, rumbo hacia el oeste.
Panorámica de Peña Palomera y Santa Eulalia.
Hoy, para más inri, el buen camino que nos encontramos unos días antes en la exploración de la ruta se había tornado un campo labrado de surcos, gravilla, piedra suelta y mucho polvo debido al paso horas antes de los coches, motos y camiones que participaban en la Baja Aragón. Qué casualidad.
Al menos tenemos buena temperatura y un ambiente estupendo. Pronto dimos el "on" a los frontales y en poco más de dos horas dimos cuenta de los primeros 12 km llegando al refugio de Medio Monte donde nos aguardaban unas cervezas bien frías traídas en la furgo por nuestros compañeros Maricarmen y Miguel. Cuatro risas, alguna foto y nos pusimos en marcha de nuevo.
Estas andadas tienen un encanto especial. El silencio de la noche sólo roto por el canto de algún ave nocturna, el sonido de nuestros pasos o la respiración del compañero de al lado. Contemplar el cielo estrellado mientras se camina es todo un disfrute para los sentidos.
Pronto veremos las luces de la cementera de Santa Eulalia y las del pueblo.
Las ganas de llegar con un poquito de hambre y con la garganta reseca de tanto polvo hacían que apretásemos el paso más aún. Tras cuatro horas y media y casi 22 km., llegamos al salón poniendo una muesca más en las botas y despidiendo las actividades de la sección hasta septiembre.
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